GÉNESIS 2


RV60 

NVI    

PDT   

TLA    

NTV   

LBLA  

BLPH 

1 Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos.

2 Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.

3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó,porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.

1 quedaron terminados los cielos y la tierra,
y todo lo que hay en ellos.
2 Al llegar el séptimo día, Dios descansó
porque había terminado la obra que había emprendido.
3 Dios bendijo el séptimo día, y lo santificó,
porque en ese día descansó de toda su obra creadora

1 El cielo, la tierra y todo
lo que hay en ellos quedaron terminados.
2 En el séptimo día, Dios cesó
todo el trabajo que había hecho en la creación.
3 Bendijo el séptimo día y lo declaró día santo
porque cesó ese día todo el trabajo que había hecho en la creación.

1 Así terminó Dios
la creación del cielo y de la tierra
2 y de todo cuanto existe,
y el séptimo día descansó.
3 Dios bendijo ese día y lo apartó,
para que todos lo adoraran

1 Así quedó terminada la creación de los cielos y de la tierra, y de todo lo que hay en ellos. 2 Cuando llegó el séptimo día, Dios ya había terminado su obra de creación, y descansó  de toda su labor. 3 Dios bendijo el séptimo día y lo declaró santo, porque ese fue el día en que descansó de toda su obra de creación.

1 Así fueron acabados los cielos y la tierra y todas sus huestes.

2 Y en el séptimo día completó Dios la obra que había hecho, y reposó en el día séptimo de toda la obra que había hecho.

3 Y bendijo Dios el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que El había creado y hecho.

1 Así quedaron concluidos el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos. 2 Para el séptimo día Dios había concluido su obra y descansó el día séptimo de todo lo que había hecho. 3 Y bendijo Dios el día séptimo y lo declaró día sagrado, porque en ese día descansó Dios de toda su obra creadora.
4 Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos,

5 y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra,

6 sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra.

4 Esta es la historia[a] de la creación
de los cielos y la tierra. Cuando Dios el Señor hizo la tierra y los cielos, 5 aún no había ningún arbusto del campo sobre la tierra, ni había brotado la hierba, porque Dios el Señor todavía no había hecho llover sobre la tierra ni existía el hombre para que la cultivara. 6 No obstante, salía de la tierra un manantial que regaba toda la superficie del suelo.

4 Esa es la historia de la creación del cielo y la tierra. La siguiente es la historia de lo que ocurrió después que el SEÑOR Dios hizo los cielos y la tierra.5 Aún no se cultivaba ninguna planta ni crecía ninguna hierba silvestre en los campos porque el SEÑOR Dios no había hecho llover sobre la tierra y no había ningún ser humano que trabajara la tierra.6 Pero salía agua de ella y rociaba todo el suelo.

4 Ésta es la historia de cuando Dios creó el cielo y la tierra.

En ese tiempo 5 aún no había árboles ni plantas en el campo, porque Dios todavía no había hecho que lloviera, ni había nadie que cultivara la tierra. 6 Del suelo salía una especie de vapor, y eso era lo que mantenía húmeda la tierra.

4 Este es el relato de la creación de los cielos y la tierra. Cuando el Señor Dios hizo la tierra y los cielos, 5 no crecían en ella plantas salvajes ni grano porque el Señor Dios aún no había enviado lluvia para regar la tierra, ni había personas que la cultivaran. 6 En cambio, del suelo brotaban manantiales que regaban[b]toda la tierra.

4 Estos son los orígenes[f] de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día en que el Señor Dios hizo la tierra y los cielos. 5 Y aún no había ningún arbusto del campo en la tierra, ni había aún brotado ninguna planta[g] del campo, porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre para labrar[h] la tierra. 6 Pero se levantaba de la tierra un vapor[i] que regaba toda la superficie[j] del suelo.

4 Esta es la historia de la creación del cielo y de la tierra. Cuando Dios, el Señor, hizo la tierra y el cielo 5 no había aún arbustos en la tierra ni la hierba había brotado, porque Dios, el Señor, todavía no había hecho llover sobre la tierra ni existía nadie que cultivase el suelo; 6 sin embargo, de la propia tierra brotaba un manantial que regaba toda la superficie del suelo.

7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.

8 Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.

9 Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.

7 Y Dios el Señorformó al hombre[b]del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente.

8 Dios el Señor plantó un jardín al oriente del Edén, y allí puso al hombre que había formado. 9 Dios el Señor hizo que creciera toda clase de árboles hermosos, los cuales daban frutos buenos y apetecibles. En medio del jardín hizo crecer el árbol de la vida y también el árbol del conocimiento del bien y del mal.

7 El SEÑOR Dios formó al hombre tomando polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser viviente.

8 Luego el SEÑOR Dios plantó un jardín en el Edén , en el oriente y allí puso al hombre que había formado. 9 El SEÑOR Dios hizo que del suelo creciera toda clase de árboles hermosos de frutos comestibles y deliciosos. El árbol de la vida se encontraba en medio del jardín y allí también estaba el árbol del conocimiento del bien y del mal.

7 Entonces Dios tomó un poco de polvo, y con ese polvo formó al hombre. Luego sopló en su nariz, y con su propio aliento le dio vida. Así fue como el hombre comenzó a vivir.

8 Dios había plantado un jardín al cual llamó Edén, y allí puso al hombre.9 Luego Dios hizo que creciera allí toda clase de árboles; eran hermosos y daban fruta muy sabrosa. En medio de ese jardín estaba el árbol de la vida, y también el árbol del conocimiento del bien y del mal.

7 Luego el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra. Sopló aliento de vida en la nariz del hombre, y el hombre se convirtió en un ser viviente.

8 Después, el Señor Dios plantó un huerto en Edén, en el oriente, y allí puso al hombre que había formado. 9 El Señor Dios hizo que crecieran del suelo toda clase de árboles: árboles hermosos y que daban frutos deliciosos. En medio del huerto puso el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.

7 Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente. 8 Y plantó el Señor Dios un huerto hacia el oriente, en Edén; y puso allí al hombre que había formado. 9 Y el SeñorDios hizo brotar de la tierra todo árbol agradable a la vista y bueno para comer; asimismo, en medio del huerto, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.

7 Entonces Dios, el Señor, modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser viviente.

8 Dios, el Señor, plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había modelado. 9 Dios, el Señor, hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y de frutos apetitosos. Además, hizo crecer el árbol de la vida en medio del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y del mal.

10 Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos.

11 El nombre del uno era Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro;

12 y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice.

13 El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea toda la tierra de Cus.

14 Y el nombre del tercer río es Hidekel; éste es el que va al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates.

10 Del Edén nacía un río que regaba el jardín, y que desde allí se dividía en cuatro ríos menores. 11 El primero se llamaba Pisón, y recorría toda la región de Javilá, donde había oro. 12 El oro de esa región era fino, y también había allí resina muy buena y piedra de ónice. 13 El segundo se llamaba Guijón, que recorría toda la región de Cus. 14 El tercero se llamaba Tigris, que corría al este de Asiria. El cuarto era el Éufrates.10 Un río del Edén regaba el jardín. Este río recibía agua de cuatro ríos distintos. 11 El primero se llamaba Pisón y corría por toda la región de Javilá, donde hay oro. 12 El oro de esa región es de buena calidad, y también hay bedelio  y ónice. 13 El segundo río se llamaba Guijón y corría por toda la región de Cus. 14 El tercer río se llamaba Tigris y corría por el oriente de Asiria. El cuarto río era el Éufrates.10 De Edén salía un río que regaba el jardín y luego se dividía en otros cuatro ríos. 11 El primer río se llamaba Pisón, y es el que rodea todo el país de Havilá. Allí hay oro 12 muy fino, y hay también piedra de ónice y plantas con las que se hacen finos perfumes. 13 El segundo río se llamaba Guihón, y es el que rodea todo el país de los etíopes.14 El tercer río es el Tigris, que corre al este de Asiria. El cuarto río es el Éufrates.10 Un río salía de la tierra del Edén que regaba el huerto y después se dividía en cuatro ramales. 11 El primero, llamado Pisón, rodeaba toda la tierra de Havila, donde hay oro. 12 El oro de esa tierra es excepcionalmente puro; también se encuentran allí resinas aromáticas y piedras de ónice. 13 El segundo, llamado Gihón, rodeaba toda la tierra de Cus. 14 El tercero, llamado Tigris, corría al oriente de la tierra de Asiria. El cuarto se llama Éufrates.10 Y del Edén salía un río para regar el huerto, y de allí se dividía y se convertía en otroscuatro ríos[m]. 11 El nombre del primero es Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro. 12 El oro de aquella tierra es bueno; allí hay bedelio y ónice. 13 Y el nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea la tierra de Cus. 14 Y el nombre del tercer río es Tigris[n]; éste es el que corre[o] al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates.10 En Edén nacía un río que regaba el jardín y desde allí se dividía en cuatro brazos: 11 el primero se llama Pisón y rodea toda la región de Javilá, donde hay oro. 12 (El oro de esa región es excelente, y también se dan allí bedelio y ónice). 13 El segundo se llama Guijón, y rodea la región de Cus. 14 El tercero se llama Tigris y pasa al este de Asur. El cuarto es el Éufrates.

15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.

16 Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;

17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

15 Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara, 16 y le dio este mandato: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, 17 pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás».15 El SEÑOR Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara. 16 Luego el SEÑOR Dios le ordenó al hombre: «Puedes comer libremente de cualquier árbol en el jardín, 17 pero no debes comer del árbol del conocimiento del bien y del mal porque el día que lo hagas, sin duda morirás».15 Dios puso al hombre en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara, 16 pero claramente le dijo: «Puedes comer de todos los árboles que hay en el jardín,17 pero no del árbol del conocimiento del bien y del mal. Si comes de ese árbol, te juro que morirás».15 El Señor Dios puso al hombre en el jardín de Edén para que se ocupara de él y lo custodiara; 16 pero el Señor Dios le advirtió: «Puedes comer libremente del fruto de cualquier árbol del huerto,17 excepto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Si comes de su fruto, sin duda morirás».15 Entonces el SeñorDios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara. 16 Y ordenó el Señor Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer, 17 pero del árbol del conocimiento[q] del bien y del mal no comerás[r], porque el día que de él comas, ciertamente morirás.

15 Dios, el Señor, tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara. 16 Y le dio esta orden:

— Puedes comer del fruto de todos los árboles que hay en el jardín, 17 excepto del árbol del bien y del mal. No comas del fruto de ese árbol, porque el día en que comas de él, tendrás que morir.

18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.

19 Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre.

20 Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él.

18 Luego Dios el Señor dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada». 19 Entonces Dios el Señor formó de la tierra toda ave del cielo y todo animal del campo, y se los llevó al hombre para ver qué nombre les pondría. El hombre les puso nombre a todos los seres vivos, y con ese nombre se les conoce. 20 Así el hombre fue poniéndoles nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo. Sin embargo, no se encontró entre ellos la ayuda adecuada para el hombre.

18 Entonces el SEÑOR Dios dijo: «No le hace bien al hombre estar solo, haré a un ser capaz de ayudarlo y que sea como él».

19 Entonces el SEÑOR Dios formó de la tierra a todos los animales del campo y a todas las aves del cielo. Los llevó al hombre para ver cómo los iba a llamar y con ese nombre se quedó cada ser viviente.20 El hombre le dio nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales silvestres; pero ninguno de ellos resultó capaz de formar pareja con él para ayudarlo.

18 Luego Dios dijo: «No está bien que el hombre esté solo. Voy a hacerle alguien que lo acompañe y lo ayude». 19-20 Entonces hizo Dios todos los animales domésticos y salvajes, y todas las aves que vuelan por el cielo, y se los llevó al hombre para que les pusiera nombre. Y éste así lo hizo.

Sin embargo, para el hombre no se encontró compañía ni ayuda.

18 Después, el Señor Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Haré una ayuda ideal para él». 19 Entonces el Señor Dios formó de la tierra todos los animales salvajes y todas las aves del cielo. Los puso frente al hombre[c] para ver cómo los llamaría, y el hombre escogió un nombre para cada uno de ellos. 20 Puso nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales salvajes; pero aún no había una ayuda ideal para él.18 Y el Señor Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea. 19 Y el Señor Dios formó de la tierra todo animal del campo y toda ave del cielo, y los trajo al hombrepara ver cómo los llamaría; y como el hombre llamó a cada ser viviente, ése fue su nombre. 20 Y el hombre puso nombre a todo ganado y a las aves del cielo y a toda bestia del campo, mas para Adán[t] no se encontró una ayuda que fuera idónea para él.

18 Luego Dios, el Señor, se dijo:

— No es conveniente que el hombre esté solo; voy, pues, a hacerle una ayuda adecuada. 19 Entonces Dios, el Señor, modeló con arcilla del suelo todos los animales terrestres y todas las aves del cielo, y se los llevó al hombre para que les pusiera nombre, porque todos los seres vivos llevarían el nombre que él les pusiera. 20 El hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves y a todos los animales salvajes. Sin embargo, no encontró entre ellos la ayuda adecuada para sí.

21 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar.

22 Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.

23 Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona,[a] porque del varón[b] fue tomada.

24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.

25 Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.

21 Entonces Dios el Señor hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y, mientras este dormía, le sacó una costilla y le cerró la herida. 22 De la costilla que le había quitado al hombre, Dios el Señor hizo una mujer y se la presentó al hombre, 23 el cual exclamó:

«Esta sí es hueso de mis huesos
y carne de mi carne.
Se llamará “mujer”[d]
porque del hombre fue sacada».

24 Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser.[e]

25 En ese tiempo el hombre y la mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza.

21 Entonces el SEÑOR Dios hizo que el hombre durmiera profundamente y mientras dormía le quitó una parte de su costado y rellenó esa parte con carne.22 Después, de esa parte de su costado el SEÑOR Dios hizo una mujer y se la llevó al hombre. 23 El hombre dijo:

«¡Al fin! ¡Esta es hueso de mis huesos
y carne de mi carne!
La llamaré “mujer” [i],
porque fue sacada del hombre».

24 Por esa razón el hombre deja a su papá y a su mamá, se une a su esposa y los dos se convierten en un solo ser. [j]

25 Tanto el hombre como la mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos se avergonzaba por eso.

21 Por eso Dios hizo que el hombre se quedara profundamente dormido. Y así, mientras éste dormía, Dios le sacó una de sus costillas, y luego le cerró el costado. 22 De esa costilla Dios hizo una mujer. Cuando se la llevó al hombre,23 éste dijo:

«¡Esta vez tengo a alguien
que es carne de mi carne
y hueso de mis huesos!
La llamaré hembra,
porque Dios la sacó del hombre».

24 Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer para formar un solo cuerpo.

25 Tanto el hombre como su mujer andaban desnudos, pero no sentían vergüenza de andar así.


21 Entonces el Señor Dios hizo que el hombre cayera en un profundo sueño. Mientras el hombre dormía, el SeñorDios le sacó una de sus costillas[d] y cerró la abertura. 22 Entonces el SeñorDios hizo de la costilla a una mujer, y la presentó al hombre.

23 «¡Al fin! —exclamó el hombre—.

¡Esta es hueso de mis huesos
y carne de mi carne!
Ella será llamada “mujer”[e]
porque fue tomada del hombre».

24 Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo.

25 Ahora bien, el hombre y su esposa estaban desnudos, pero no sentían vergüenza.

21 Entonces el SeñorDios hizo caer un sueño profundosobre el hombre, y éste se durmió; y Dios tomó una de sus costillas, y cerró la carne en ese lugar. 22 Y de la costilla que el SeñorDios había tomado del hombre, formó[v]una mujer y la trajo al hombre. 23 Y el hombre dijo:

Esta es ahora hueso de mis huesos,
y carne de mi carne;
ella[w] será llamada mujer[x],
porque del hombre[y] fue tomada.

24 Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. 25 Y estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban.

21 Entonces Dios, el Señor, hizo caer al hombre en un profundo sueño y, mientras dormía, le sacó una de sus costillas y rellenó con carne el hueco dejado. 22 De la costilla que le había sacado al hombre, Dios, el Señor, formó una mujer, y se la presentó al hombre 23 que, al verla, exclamó:

— ¡Esta sí que es hueso de mis huesos
y carne de mi carne!
Se llamará varona,
porque del varón fue sacada.

24 Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, se une a su mujer y los dos se hacen uno solo.

25 Los dos, el hombre y su mujer, estaban desnudos, pero no sentían vergüenza de verse así.


Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.
Nueva Versión InternacionalPalabra de Dios para Todos (PDT)
© 2005, 2008, 2012 Centro Mundial de Traducción de La Biblia © 2005, 2008, 2012 World Bible Translation Center
Traducción en lenguaje actual (TLA)
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Nueva Traducción Viviente (NTV)
La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.
La Biblia de las Américas (LBLA)
Copyright © 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España





GÉNESIS 2

Por Warren W. Wiersbe.

I. El primer sabat ( 2:1–3)

La palabra sabat simplemente significa «cesar». Dios no «descansa» porque esté cansado, puesto que Él no se cansa (Sal 121.4). Más bien cesó de sus obras creadoras; la tarea estaba ahora terminada. Bendijo a las criaturas (1.22) y al hombre (1.28). Ahora bendice el sabat al separarlo como un día especial. No hay mandamiento aquí para que la gente observe el sabat. Es más, puesto que Adán fue creado en el sexto día, el sabat era en realidad el primer día para él.

El sabat no aparece de nuevo en el AT sino hasta Éxodo 20.8–11, donde Dios lo da a Israel como su señal especial del pacto (Éx 31.12–17). Las Escrituras no dan evidencia de que Dios alguna vez les dijo a los gentiles que observaran el sabat; es más, el Salmo 147.19–20 deja en claro que la Ley Mosaica del AT se dio sólo a Israel, quien fue al cautiverio porque profanó el sabat (Neh 13.15–22). Mientras Cristo estaba en la tierra guardó el sabat puesto que vivía bajo la dispensación de la ley. Por supuesto, no siguió las reglas humanas de los fariseos (Mc 2.23–28).

En los primeros días de la Iglesia los cristianos se reunían en el sabat en las sinagogas, hasta que los creyentes judíos fueron perseguidos y expulsados. No obstante, el primer día de la semana (domingo, el día del Señor), fue su día especial de comunión y adoración (Hch 20.7; 1 Co 16.1–3; Ap 1.10). El primer día conmemora la resurrección de Cristo (Mt 28.1; Jn 20.1), la conclusión de su obra al producir la nueva creación. Véase 2 Corintios 5.17. Estos dos días especiales, el sabat y el día del Señor, conmemoran cosas diferentes y no deben confundirse. El sabat se relaciona a la antigua creación y se dio expresamente a Israel. El día del Señor se relaciona a la nueva creación y pertenece a la Iglesia. El sabat habla como ley de seis días de labor a los cuales le siguen el descanso, pero el día del Señor habla de gracia, porque empezamos la semana con descanso al cual le siguen las obras.
Hebreos 4 indica que el sabat del AT es un tipo del futuro reino de reposo, tanto como del reposo espiritual que tenemos mediante la fe en Cristo. Colosenses 2.13–17 deja en claro que el sabat pertenece a las «sombras» de la ley y no a la plena luz de la gracia. Si la gente quiere adorar en el sabat, pueden hacerlo, pero no deben juzgar ni condenar a los creyentes que no se les unen (Col 2.16–17).

Gálatas 4.9–11 indica que la observancia legalista del sabat es un regreso a la esclavitud. Romanos 14.4–13 sugiere que guardarlo puede ser una característica de un cristiano inmaduro que tiene una conciencia débil. Es cierto que varios grupos de cristianos profesantes pueden adorar en el sábado, si lo prefieren, pero no deben condenar a quienes dan énfasis especial a adorar en el domingo, el día de la resurrección.

II. El primer jardín ( 2:4–14)

La historia bíblica puede resumirse en cuatro jardines:

(1) Edén, donde entró el pecado;

(2) Getsemaní, donde Cristo se entregó a la muerte;

(3) Calvario, donde murió y fue sepultado (véase Jn. 19.41–42); y

(4) el «jardín del paraíso» celestial (Ap 21.1ss).

Moisés describe el primer hogar que Dios le dio a la primera pareja. Aquí no se incluyen detalles adicionales del relato de la creación del capítulo 1; estos son complementarios, no contradictorios. El versículo 5 indica que Dios necesitaba al hombre para ayudarle a labrar la tierra. El hombre fue «formado» así como el alfarero da forma al barro (la misma palabra en Jer 18.1ss). El hombre era responsable por cultivar el jardín (cuidarlo) y guardarlo (lo que sugiere la presencia de un enemigo). Dios le dio a Adán y Eva todo lo que necesitaban para la vida y la felicidad, todo lo que fue bueno y placentero, y les permitió que lo disfrutaran en abundancia.

Los dos árboles son importantes. El texto de 3.22 sugiere que el árbol de la vida sustentaba la vida para la humanidad (véase también Ap 22.2). Si Adán hubiera comido del árbol de la vida después de pecar, no hubiera muerto y entonces la muerte no hubiera pasado a todos los hombres (Ro 5.12ss) y Cristo no hubiera muerto para redimir a los hombres. El árbol de la ciencia del bien y del mal simbolizaba la autoridad de Dios; comer de ese árbol significaba desobedecer a Dios e incurrir en la pena de muerte. No sabemos qué clase de árboles eran, sin embargo es cierto que Adán y Eva comprendieron su importancia.

III. La primera ley ( 2:15–17)

Adán fue una criatura perfecta, que nunca había pecado, pero que tenía la capacidad de pecar. Dios hizo a Adán un rey con dominio (1.26ss). Pero un gobernante puede regir a otros sólo si se gobierna a sí mismo, de modo que fue necesario que Adán fuera tentado. Dios siempre ha querido que sus criaturas le amen y le obedezcan por su libre voluntad y no debido a coacción ni a la recompensa.

Esta prueba era perfectamente justa y equitativa. Adán y Eva disfrutaban de la libertad y de abundante provisión en el jardín y ni siquiera necesitaban del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal.

IV. El primer matrimonio ( 2:18–25)

Todo en la creación era «bueno en gran manera» (1.31) excepto la soledad de Adán. «No es bueno que el hombre esté solo» apunta a la base del matrimonio: (1) para proveer compañía; (2) para continuar la raza; (3) para ayudarse mutuamente y producir lo mejor. La palabra «ayuda idónea» (v. 18) se refiere a un ayudante: uno que satisface sus necesidades. Esta compañía no se halló en ningún animal de la creación, mostrando así el gran abismo estable que hay entre las criaturas y los seres humanos hechos a imagen de Dios. Dios hizo a la primera mujer de la carne y hueso del primer hombre, y «cerró la carne en su lugar» (v. 21). El verbo «hizo» en el versículo 22 en realidad es la palabra «construir», como uno construiría un templo. El hecho de que Eva fue hecha de Adán muestra la unidad de la raza humana y la dignidad de la mujer. Se ha hecho notar que Eva fue hecha, no de los pies del hombre para que este la pisoteara, ni de la cabeza como para regir sobre él, sino de su costado, para estar cerca de su corazón y que la amara.

Adán le puso nombre a todos los animales que Dios le trajo (v. 19), mostrando así que el primer hombre tenía inteligencia, lenguaje y facultad de hablar. Ahora llama a su novia «mujer» (en el hebreo ishá que se relaciona a ish, que significa «hombre»). De modo que, en nombre y naturaleza, el hombre y la mujer se pertenecen mutuamente. Qué maravilloso sería si Dios celebrara cada boda. Entonces cada hogar sería un paraíso en la tierra.

Por supuesto, esto es un hermoso cuadro de Cristo y la Iglesia (Ef 5.21–33). Cristo, el postrer Adán, dio origen a la Iglesia cuando dormía su muerte en la cruz y los hombres abrieron su costado (Jn 19.31–37). Participó de nuestra naturaleza humana para que nosotros pudiéramos participar de su naturaleza divina. Eva fue el objeto del amor y preocupación de Adán, así como la Iglesia recibe el amor y el ministerio de Cristo. Primera de Timoteo 2.11–15 destaca que Adán voluntariamente comió del fruto prohibido y no lo engañaron como a Eva. Estaba dispuesto a convertirse en pecado con tal de quedarse con su esposa. Así Cristo estuvo dispuesto a ser hecho pecado por nosotros para que nosotros pudiéramos estar con Él para siempre. ¡Qué amor y gracia! Nótese también que Eva fue formada antes de que el pecado entrara en escena, así como hemos sido escogidos en Cristo «antes de la fundación del mundo» (Ef 1.4).

Si miramos con detenimiento, nos daremos cuenta de tres cuadros de la Iglesia en estos versículos, así como se pinta a la Iglesia en Efesios. Eva era la esposa (Ef 5.21–33); también era parte del cuerpo de Adán (Gn 2.23; Ef 5.29–30); y fue hecha o «edificada», lo cual sugiere a la Iglesia como templo de Dios (Ef 2.19–22).

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